martes, 8 de enero de 2013

Adios

Recientemente han sucedido una serie de perdidas a miembros importantes de mi vida,
de una u otra manera se han tenido que enfrentar a un adiós definitivo.
Hay un par de versos que me parecen apropiados, para estos casos, quizás con suerte
alguien los diga cuando se tengan que despedir de mi.
El primero se llama Suplica, de Rodrigo Solís podría decirse mi despedida favorita, para que la
recite un amigo, a modo de reclamo.

Y si te dijera, Miguel,
que no te he extrañado,
que no me importó que te fueras,
que no he sentido rabia,
que no he sentido pena,
que tu muerte fue tan sólo una manera
para apreciar mi vida
con el doble de fuerzas.
Que no lloré frente a tu tumba,
¡si te dijera!
Que no he estado perdido,
y que no he sufrido.
Es mas, si dijera,
por poner un ejemplo,
que de cierta forma me alegra
que te hayas muerto.
Así no irás conmigo de gorra,
ni me harás perder el tiempo
hablando de política,
y de la bomba.
Si te dijera mi amigo
que pienso que eres algo estúpido
por morir en una noche tan bella.
Que perdiste la pose
al caer en la banqueta,
enredado a una moto retorcida,
la cabeza partida.
Si te dijera que mi vida
sigue igual de alegre.
Que Pink Floyd es una mierda
y que el mundo aún se mueve,
que seguimos haciendo fiesta,
que la pena no nos detiene.
Si te dijera,
¡si te gritara!
que me gusta la novia que dejaste,
que he visto a tu hermana
y que también me gusta,
y que eres un hijo de puta
por hacerlas llorar.
Dime, Miguel,
mi amigo,
si dijera en serio
todo eso que digo,
¿dejarías tu tumba?
Porque si es así, entonces,
¡seguro que lo digo!



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La segunda es un poco mas de antaño, un poema de Auden: Blues de Funeral.
Este, si en algun momento me llegase a encontrar
con quien compartir el pan, el vino, la vida y cada uno de sus misterios
estoy seguro que se despediria con estos versos.

Detengan los relojes 
desconecten el teléfono 
denle un hueso al perro 
para que no ladre 
Callen los pianos y con ese 
tamborileo sordo 
saquen el féretro... 
Acérquense los dolientes 
que los aviones 
sobrevuelen quejumbrosos 
y escriban en el cielo 
el mensaje... 
él ha muerto. 

Pongan moños negros 
en los níveos cuellos de las palomas 
que los policías usen guantes 
de algodón negro 

Él era mi norte mi sur 
mi este y oeste 
mi semana de trabajo y mi 
domingo de descanso 
mi mediodía, mi medianoche 
mi conversación, mi canción 

Creí que el amor perduraría 
por siempre. 
Estaba equivocado. 

No precisamos estrellas ahora... 
Apáguenlas todas 
Envuelvan la luna 
desarmen el sol 
Desagüen el océano y 
talen el bosque 
porque de ahora en adelante 
nada servirá. 



Lamentablemente todos en algun momento debemos decir adios
a algo, o alguien, a un lugar, a un amor.
Nunca estamos preparados para un adios, menos aun de manera definitiva,
ese adios que no tiene vuelta de hoja, ese punto final sin los otros dos puntos suspensivos.

Contigo compartí mi peores momentos,
aquellos días en lo que mi único sol eras tu,
eras mi luna compañía en las noches mas oscuras;
ahora mis noches estarán vacías, y mis días en penumbras.
Mis risas permanecerán por un largo tiempo vacías,
veré la vida suceder tan ajena a mi, como en una película.
Lamento no haber multiplicado el sonido de tus risas,
el haber evitado los enojos, y las tonterías que nos
mantuvieron alejados, aunque fuera un segundo.
Lamento las farras que no tuvimos,
los cafés que no bebimos, y los momentos que no
vivimos, las fotografías que no tomamos,
y los viajes que no hicimos.
Lamento haber sido egoísta,
y desahogar contigo mis penas, sin preguntarme
antes si habías comido siquiera, o el llamarte a las
3 de la mañana por alguna de mis pesadillas.
Lamento en especial que hayas tenido que partir,
que te hayas llevado contigo algo tan especial
en mi vida, para por fin, darme cuenta
de lo vació que estoy, para averiguar, por fin,
lo que significas en mi vida, y lo esencial
que es el escuchar tu risa.
Ojala hubiera dicho "te quiero" más a menudo,
ojala no tuvieras que enterarte sino hasta
precisamente el día de hoy, hoy... hoy que has partido.

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