martes, 2 de abril de 2013

Demencia


Siento mi mente cual humo,
disolviéndose en la realidad.
Cada vez me cuesta más y más, 
discernir entre mi imaginación y lo que puedo tocar.
Alucino con un pasado que nunca sucedió, 
una visita que no llego, y los besos que no te di,
el alba que llegaba con tus caricias.

¿Qué fue de mis lapices que te dibujaban la sonrisa?
¿Se habrán perdido en algún aeropuerto?
Quizás se desgastaron de tantas veces que sus trazos
se borraron con las lagrimas que te provocaron,
los suspiros contenidos, y las decepciones acumuladas.

Ahora, es lo único que veo
tu brillante sonrisa, tu hermosa sonrisa
de luna traviesa, la veo por todas partes, 
iluminando cada rincón de esta celda acolchada,
se filtra por cada una de las grietas de mi 
marchito corazón.

Te veo en todo sitio, con tu voz calma, 
y tu mirada tierna, cantando con aquella voz 
de terciopelo las canciones que jamas cantamos, 
jugando con los niños que no tuvimos,
brindando con los vinos de las uvas tan exquisitas que
jamás se sembraron.

Lo nuestro iba tan bien, hasta que empezó a ir a mal
¿cómo fue que nos distanciamos?
¿cómo te me fuiste de las manos?
¿eso en estos momentos importa?

Ya no distingo lo real de lo imaginario, 
la diferencia entre los castillos de piedra 
y los castillos de aire...
Solo se que desde que te fuiste,
me convertí en un loco, cuya mente
se disuelve como humo, en el viento de la realidad.


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